sábado, 21 de junio de 2014

Mi primer año de universidad

Bueno, como bien dice el título, aquí voy a resumir a grandes rasgos lo que ha pasado en este primer año de universidad.

Como ya dije, el año pasado acabé selectividad y pude entrar en la carrera de química (la que siempre habí querido). Tras pasar este primer año, voy a preguntar... ¿¡Por qué coño nadie me avisó de lo que era estudiar química!? Yo iba muy ilusionado, lo entendía todo y demás, pero al llegar a los exámenes... ¡Madre mía! Pero si eso parecía un descuartizamiento, con crueldad y todo. ¿Qué les pasa a los profesores? ¿Necesitan amor? ¿Necesitan alguien que les dé mejor sexo? Porque yo considero que una persona mentalmente sana es incapaz de hacer esas cosas. Preguntas absurdamente rebuscadas, en las que si pones una coma fuera de lo que tienen previsto, ya lo mandan todo a tomar por culo. ¿Imposible aprobar? ¡Pues para un vago de nivel 34 como yo sí, cojones! En fin... Pues eso, los exámenes son peores que cáncer en el ojo.

De todas maneras, hay cosas buenas en la universidad: primeramente, y es algo que noté en seguida: es muy fácil hacer amigos. Mucho más fácil de lo que pueda parecer. Pero mucho. Nadie se ríe de cómo eres, o cómo vistes, o cómo chupas las cabezas de las gambas. Simplemente si te ven como alguien interesante, simpático o simplemente estás bueno (este último lo digo por experiencia, obviamente) ya se acerca alguien a hablar contigo, y si les convences de que no eres un psicópata oligofrénico que quiere matar gatos, te aceptarán en uno de sus círculos de amistad. En primer año de carrera, esos círculos de amistad son enormes, y se van fusionando unos con otros hasta que sólo queden dos o tres grandes. En mi caso, yo pertenecía al círculo de amistades de los que se lo pasaban bien: no iban a clase, quedaban para ir al bar, se pasaban apuntes unos a otros... Todos muy majos, desde luego. Lástima que suspendieran casi todos, me caían bien. Pero yo no me mezclo con inteligencias inferiores. Jamás. Así que... lo siento, compañeros de mi primer año de universidad, os vais a tomar por culo, por vagos. 

Bueno, realmente creo que ellos aún no saben que pertenezco a su grupo. Es decir, si lo saben es porque me metieron en el grupo de whatsapp a principio de curso, si no... 

En fin, ya hablaré más extensamente sobre mis amistades en la universidad. Pasemos a otra cosa más interesante: los profesores. Yo no tengo ni idea de dónde salen, pero hay cada uno... Locos, están todos como putas cabras. Unos que creen que somos todos superdotados y asumen demasiadas cosas (luego se sorprenden en los exámenes), otros que nos creen unos retrasados incapaces de leer un powerpoint, y se pasan toda la hora leyéndonos lo que pone en la pantalla (éstos también se sorprenden en los exámenes), otros profesores directamente están en su planeta, y ya puede alguien comenzar a convulsionar en mitad de clase, que ellos siguen a su rollo, explicándonos sus mierdas. Pero bueno, al menos debo reconocer que son todos inteligentísimos, y aunque algunos te miren por encima del hombro por tener más estudios, suelen ser buena gente. Y si en bachillerato los profesores te trataban como adultos, aquí directamente te tratan como si fueras un compañero suyo. Para lo bueno y para lo malo. Si es que son unos locuelos...

Y en cuanto a otros temas de mi primer año de universidad... Los horarios estuvieron bien, "cuatro horitas al día de clase" dije yo al ver el horario el primer día... ¡Me cago en el laboratorio! ¿A quién se le ocurrió la idea de encerrar a 40 alumnos en un laboratorio durante 3 horas cada día haciendo cosas complicadas? ¿Qué mierda es esta? Yo muriéndome de hambre mientras estaba de 12 a 3 del mediodía en el laboratorio, con mis ácidos y mis precipitaciones. Auténtica basura, desde luego. Al menos se aprende fácil y es una gran forma de ganarte un 25% de la nota final. Aunque luego te pongan un 6 porque no entregaste todas las actividades (o ninguna). Pero eso ya es otro tema...

Y una de las cosas que más me fascinaron de la universidad es la biblioteca. Dios mío, tres pisos, cientos de ordenadores, salas insonorizadas, libros para aburrir, mesas individuales o en grupo, conexión directa con la CNN, máquinas de bebidas y de snacks... ¿Por qué en mi instituto no había de eso? ¡Normal que la gente se pase horas ahí metida! Es el jodido paraíso, y encima yendo temprano estás solo, sin nadie molestando. Si en verano está abierta, más de una vez iré, clarísimamente...

Bueno, como primera opinión yo creo que ya está bien, que me canso de escribir. La universidad es tope guay, así que espero aprobar todo y tener suficiente dinero para el próximo año.

viernes, 20 de junio de 2014

¿¡UN PUTO AÑO!?

Bueno, pues... Resulta que tengo otro blog paralelo al de literatura, qué cosas...

En fin, que hace como mucho tiempo que no me paso por aquí, y eso no es bueno del todo (para la gente que me lee...). El caso es que ha pasado un año desde el último mensaje, aquél en el que era un niñato quejándome de exámenes que aprobaría hasta un retrasado mental, mientras empezaba el verano y todas esas mierdas. El caso es... Ahora estoy igual. Para qué negarlo. No he evolucionado nada. Agobiado por exámenes, con calor, perdiendo el tiempo escribiendo estas mierdas (joder, escribir es como crack para mí)... Pasemos ahora al resumen de este último año:

Aprobé selectividad. Más o menos. Mi objetivo fue un cinco, y a eso llegué. Suspendí todos los exámenes de materias específicas, que en mi caso eran matemáticas, física y química. Soy retrasado. El caso es que entré en la universidad, muy contento yo, en la carrera de química, la cual quería hacer desde pequeño. Un año después, aún no he perdido las ganas. Y voy aprobando, a costa de mi salud mental, pero aprobando. Y aquí estoy ahora, escribiendo en lugar de estudiar. ¡Viva!

El caso es que tengo muchas cosas que decir, así que a ver si retomo este blog y ya sigo escribiendo otro día.