sábado, 10 de febrero de 2018

¿Qué coño es esto?

Bueno, parece que... tenía un blog por aquí... sí, todo parece indicar que lo tenía. ¡Bueno! Que aún lo tengo (sí, lo tengo bien olvidado). Pero no es justo, este vertedero en el que vierto mis pensamientos y dejo que cojan polvo para corroborar lo imbécil que he llegado a ser a posteriori merece algo más de respeto. Así que, de forma breve, intentaré resumir qué me ha pasado en este tiempo (que tampoco ha sido tanto, pero JODER, la de cosas que me han pasado).

Y empecemos por... ¡Twitter! Esa red social caracterizada por ser los bajos fondos de las redes sociales, sí. Pues me he aficionado bastante fuerte, y han sustituido las labores de estos blogs (lo siento). Aunque sigue sin ser lo mismo, Twitter me permite expresar más libremente, de forma más comprimida y en el momento que yo quiera. ¡Ah! Y que me leen más allí que aquí, claro (fracasado).

¡YouTube! He retomado por tercera vez mi canal de gameplays (muy de 2009, lo sé), y espero esta vez ser algo más constante. De momento los juegos son mejores, el micrófono es mejor, la calidad es mejor, y yo sigo siendo una mierda. Porque hay variables y constantes y no conviene cambiar ninguna de las dos.

¡Programador! Sí, en efecto, ahora soy programador web junior en prácticas (toma título largo), y me pagan por ello (bastante). Así que ahora puedo comprar más comida, más juegos y, en definitiva, más mierda para poder terminar de ser una persona sedentaria que se queja de los cánones de belleza masculinos porque no se adecúan a la redondez que es mi cuerpo. ¡Ja!

¡Loco! Claro está , siempre he estado loco, pero ahora empieza a ser algo más personal y de adultos. Así que voy al loquero, que me diga lo que ya sé a cambio de dinero, a ver si oyéndolo de terceras personas hago más caso (al menos lo haré por el dinero que estoy palmando).

Y, en definitiva, creo que eso es más o menos todo lo que tenía por reflejar de mi actual vida. No, no os lo voy a contar todo porque hay cosas que será mejor que no sepáis nunca (¿hay alguien?). Pero bueno, al menos he escrito otra entrada en este blog de mierda, y espero no sea la última. Aunque seguramente acabe siendo así (Eoooo, ¿hay alguien?).

Así que nada, seguiré con mi vida de mierda, que aunque me está yendo todo bien, el hecho de volver a meterme a este blog a escribir de madrugada ya me llena de melancolía y tristeza. Porque un triste y solitario blog en medio de internet es todo lo que tengo para desahogarme.

Jaque mate, ateos.

domingo, 4 de junio de 2017

Imprimiendo una mente

Bueno, vamos a ver. ¿Cuál es el proposito de este blog? No pretendo crear contenido de calidad, no pretendo que nadie lo lea, no pretendo que deposite ningún mensaje en ninguna mente. ¿Entonces?

Es muy sencillo: dentro de mi cabeza, en mi hermosa materia gris hay una mente. Esa mente está viva (y soy yo), y hace cosas. Concretamente, piensa. Razona. Divaga. Relaciona conceptos. Aplica la lógica. En definitiva; funciona.

Toda la realidad pasa por este filtro de mi mente para convertirse en mi realidad. Me enseña el cómo veo yo el mundo, el cómo soy capaz de relacionarme con mi entorno. Y no, no estoy hablando de meros asuntos fisiológicos.

Mi cuerpo me ayuda a moverme por el entorno físico, por el tiempo y el espacio. Pero mi mente... mi mente va a la deriva a través de un enorme mar lleno de todo un poco, donde existe otros millones de seres pensantes, y donde la vida es distinta.

Retomando pues la pregunta inicial, ¿para qué sirve este blog? Pues es sencillo: me sirve para vomitar todo lo que esté pasando ese momento por mi mente, en un intento de recopilar ideas, pensamientos, puntos de vista, formas de ver el mundo. El problema que me encuentro ante tal atrocidad es que no hay un orden. No organizo por temas, por etiquetas, ni siquiera por fechas. Simplemente escribo lo que me apetezca en ese momento. Y ni siquiera mediante una redacción impoluta. Sólo me preocupo ligeramente de la gramática y ale, a pastar. Es como abrir un agujero en un globo de agua y quedarse con algunas de las cosas que salen de ese agujero.

Pero bueno, que desvaría. ¿Y si organizara mi mente de alguna manera? ¿Y si pusiera de manifiesto todo lo que soy en un documento? ¿Se puede hacer?

No lo sé.

lunes, 1 de mayo de 2017

Patriotismo y otros rebuznos

¿Qué es el nacionalismo? Que si una ideología, que si una forma de pensar, defender la patria, querer a tu tierra... Menudos truños, la verdad.

El nacionalismo es un arma política, usado desde hace tanto que da hasta pereza volver a explicarlo. Se utiliza en el ejército, para poder tener controlada a una masa furiosa de asesinos entrenados. Se usa en elecciones, para crear una imagen cándida a ojos de gilipollas. Se utiliza en el culto y la religión, para defender una posición de poder prácticamente ancestral. No da miedo, lo que da es hartazgo.

Uno pensaría que la gente avanzaría en cuanto a pensamientos, críticas y demás cosas, pero no, vamos para atrás y a un ritmo alarmante. ¿A alguien le suena lo del nazismo y tal? Bueno, pues ha vuelto, y en forma de chapa. Una incansable y abrasadora chapa de verborrea barata.

Escuchar a un nazi defender su postura es como escuchar a un chihuahua ladrando. Molesto, cansino, inútil... Es lo que tiene intentar dialogar con animales sin raciocinio. Y sí, les trato muy duramente, pero no por las mierdas de Hitler y tal, si no porque son imbéciles. Todos. Marionetas que se dejan manipular tranquilamente con el pretexto de la patria y la nación, y se chocan de bruces con la realidad en cuanto entablan conversación con alguien (con un ser humano, claro, entre ellos se entienden).

Es triste, pero es lo que hay. Intentan frenar la globalización, la pluriculturalidad, los idiomas, textos, material audiovisual... Cultura, al fin y al cabo. Porque les han enseñado que la cultura y el progreso son malos, y no lo entienden, pero lo asumen. Quien dio la orden de quemar libros o boicotear películas es porque sabe de qué va esta mierda, pero ese es uno de cada mil, uno que manipula a mil, claro. Muy triste.

Por mi parte, esgrimiré la cultura por delante siempre que pueda, y a malas, esperaré hasta la siguiente generación, a ver qué pasa.

viernes, 30 de diciembre de 2016

El orgullo de ser imbécil

Imbécil, esa bonita palabra que tanto me gusta, sobretodo como adjetivo calificativo. ¿Por qué? Bueno, la explicación se encuentra bastante atrás en el tiempo...

Imaginemos un escenario en el que hay un grupo de, pongamos, 10 niños de 10 años. Y uno de ellos destaca intelectualmente. Lee muchos libros, juega a muchos juegos, conoce un montón de datos... Y, por encima de todo, tiene una capacidad deductiva e inductiva muy elevada. ¿Y el resto? El resto... juegan a la pelota, a veces miran la tele, y por lo general, ejercitan el cerebro lo justo para pasar el día. ¿Es eso malo? No, a priori no. Pero este no es el fin de la historia...

El niño que lee tanto y conoce tantas cosas (llamémosle Rodrigo para facilitar las cosas). Bueno, Rodrigo quiere jugar con el resto de niños del grupo. ¿Le gusta jugar a la pelota? No. Pero él es el único al que le gusta leer, así que no tiene a nadie más con quien compartir esas aficiones. Decide meterse con la pelota hasta el fondo e integrarse en el grupo. Y lo consigue. Se logra adaptar satisfactoriamente y los otros le aceptan. Le tratan como al débil, pues es patoso y se le da mal la pelota. Y Rodrigo, claro, a cada oportunidad que encuentra, intenta ofrecer un dato curioso o un título de un buen libro al resto, que no le ignoran pero tampoco le hacen mucho caso.

Y así van pasando los años, día tras día, semana tras semana. Rodrigo ha cogido bastante práctica con la pelota, pero sigue siendo de los peores del grupo. Está integrado, sí, y tiene gente con la que pasar el tiempo, sí, pero a cada rato desearía estar haciendo otra cosa que no jugando con la pelota, trepando muros, subido en un monopatín o haciendo travesuras por donde fuera. Así pues, en un momento dado, y en su incansable búsqueda de un grupo ideal para él, emigra a... las madres de sus amigos. Ellas no juegan a la pelota, no se mueven; sólo se sientan y charlan. Comparten experiencias, se recomiendan cosas, se comunican. Para Rodrigo, ése era el edén.

Por desgracia, no todo era tan fácil... Las madres se callaban cuando se acercaba Rodrigo a ellas, lo miraban fijamente y rebajaban el nivel de la conversación para que "el pequeño pudiera participar". Al menos durante unos minutos, hasta que las adultas deseaban continuar sus conversaciones habituales y echaban a Rodrigo del grupo con el mensaje de "ve a jugar". (Pero yo no quiero jugar...). Rodrigo, pobre, a su tierna edad de 12, 13, 14 años... estaba integrado en un grupo haciendo algo que no le gustaba y no podía integrarse en otro en el que hacían lo que le gustaba. Y a partir de aquí, una caída libre.

-¿Ajedrez? Eso no es un deporte de verdad. Tu padre y yo te hemos apuntado a natación, que te va a ir mejor.
-¿No has hecho los deberes? Eres un vago, Rodrigo, como sigas así no pasarás el curso.
-Lo siento, Rodrigo, pero eres el único que se ha apuntado a teatro. Se suspende la actividad.
-Su hijo Rodrigo es muy listo y puede hacer lo que quiera, pero es muy vago.
-TRABAJA POR DEBAJO DE SUS POSIBILIDADES.

¿¡Cómo coño va a trabajar Rodrigo por encima de sus posibilidades si las directrices que le dais son mediocres porque quien las imparten son MEDIOCRES!?

17 años. Rodrigo, en su habitación, como siempre. Solo. O casi solo. Lee, juega, ve películas, se informa, escribe, practica música, dibujo, aprende cosas... Gracias al cielo, en su cuarto tiene una ventana a un mundo algo más interesante: Internet. Allí existe toda la información que puede desear... Y toda la gente que desea conocer. Pobre Rodrigo. Fuera de su cuarto no hay nadie que merezca su tiempo... Suspende todas las asignaturas, no hace los ejercicios de clase (nunca los hizo, de hecho) y no habría un solo libro de texto. Pero... ¿No le gustaba a Rodrigo la lectura? ¿Cómo es posible que se negara a abrir esos libros y leerlos? (Para qué... toda la información que contienen ya la conozco... No la recuerdo con exactitud, pero la conozco. Sé lo que es una integral, una subordinada, los reyes católicos, Nietzsche... ¿Para qué memorizar esos datos tan sencillos de asimilar pudiendo invertir mi tiempo en alcanzar nuevos conocimientos?). Suspenso. Suspenso. Suspenso. Suspenso. Repetir curso.

-Este muchacho no presta atención en clase.
-¿Por qué no haces los ejercicios de clase?
-Si no quieres estudiar, dilo, y te pongo a trabajar.
-Castigado en tu cuarto.
-TRABAJA POR DEBAJO DE SUS POSIBILIDADES.

La universidad. Rodrigo está deseando empezar para poder llegar al conocimiento en el área que escogió. Pero...

Suspenso. Suspenso. Suspenso. Suspenso. (¿Qué debo hacer?) Suspenso. (No entiendo por qué estoy suspendiendo). Suspenso. (Yo sólo quiero aprender, ¿por qué necesito aprobar?). Suspenso. (Yo... yo... yo... no sé qué más puedo hacer. Me estoy esforzando más que nunca. Trabajo horas y horas. No pienso en otra cosa. Tengo miedo...). Suspenso. Suspenso. Suspenso. Abandono.

Y así, la senda de Rodrigo se quebró, dejándolo a la deriva sin saber qué hacer. Todo el mundo tiene un grupo de amigos al que acudir, es feliz compartiendo aficiones como el fútbol o el anime, y apenas tienen preocupaciones. Por contra, Rodrigo no es más que un asocial, solitario, vago, tonto y que ha fracasado en todo lo que se ha propuesto.

¡JA! Mira tú por dónde, fue Rodrigo el que llevaba la razón todo este tiempo. Sólo que... bueno, la sociedad no está preparada para la gente como él. Después de que le hayan obligado a realizar acciones que no le gustan por pertenecer a un grupo, le haya excluido por ser demasiado listo, por ser demasiado tonto, le hayan llamado vago, le hicieran creer que no servía para estudiar, que era culpa suya, que estaba mal ser tan solitario, que estaba desperdiciando su vida y, en definitiva, que era un inadaptado... Ahora, Rodrigo, lo sabía. Era superior a los demás. Después de todo eso que ha tenido que pasar, ¿llamar a la gente que es inferior intelectualmente imbécil es pasarse? ¿Repudiar a la gente con altas capacidades está bien, pero a los imbéciles está mal? ¿Los inteligentes ya se apañarán con su vida pero a los tontitos hay que llevarles de la mano para que no se pierdan?

¡JA! Imbéciles todos. Imbéciles los niños que no aceptaron a Rodrigo como era. Imbéciles los padres que excluían a Rodrigo por ser demasiado pequeño para entender de lo que hablaban. Imbéciles los profesores por llamar vago a Rodrigo por no atender sus "grandiosas" e "importantísimas" explicaciones. Imbéciles los que se reían de Rodrigo por suspender tanto, aún teniendo 10 veces más conocimientos que todos. Y, claro está, imbéciles que han sido criados en un sistema que prima a los mediocres y creen que están al mismo nivel que Rodrigo porque "todos somos iguales". Ese "todos somos iguales"... ¿Dónde estaba cuando Rodrigo se sintió solo y desplazado los 20 primeros años de su vida? "La culpa es suya, por no querer adaptarse".

Lo siento mucho, pero aquí y ahora, empiezo la cruzada contra los imbéciles. En nombre de todos los Rodrigos que existen y que existirán. Quiero una sociedad que los trate como a lo que son: personas con capacidades superiores al resto. Y a los imbéciles... bueno, suerte tienen de ser tantos. De lo contrario, dudo que viviesen...

martes, 6 de diciembre de 2016

Feminismo

Bueno, por fin ha llegado el día. Vamos (voy) a hablar de feminismo. Y antes que nada me gustaría remarcar que seguramente divague acerca del tema central, así que ampliaré el tema; vamos (voy, coño) a hablar de las actuales corrientes ideológicas poniendo como ejemplo el feminismo.

Primeramente, voy a apelar al "ideocentrismo". ¿Que qué es eso? Es, básicamente, tener la falsa certeza de que las ideologías que seguimos más fervientemente son las más importantes del mundo. Suele ir acompañado de "egoideocentrismo" (best creador de palabras EUW), es decir, la falsa creencia de que nuestro punto de vista acerca de este tema es de los más mejores y que yo soy el más listo de mi clase y nadie va a hacer cambiarme de opinión. Yo los suelo llamar gilipollas, así todos nos entendemos.

No es por nada, pero basar todo razonamiento en el típico "puedes intentarlo, pero mi opinión es inamovible" es basura de primero de dialéctica. ¿Por qué? Muy fácil: no existe opinión más o menos acertada. Lo que nosotros llamamos "acertado", "válido" o "guay" no es más que el resultado de múltiples factores externos (sociedad, época, entorno) y factores internos (estados de ánimo, conocimiento). Para mí, defender una opinión a ultranza es menos útil que saltar por la ventana. Sería como defender humo. Y es triste.

Pero vayamos con el feminismo, anda, vayamos. ¿Qué es? Fácil. Es la corriente ideológica que defiende la igualdad entre hombres y mujeres por razones de género. Así pues, empecemos por lo que no me gusta; "aliados"... ¿¡Qué coño!? Feminismo es igual a no discriminación por razones de género, pero claro, eso pasa por poner una etiqueta súper guay a ciertas personas, distinguidas por... género. El que no vea una contradicción ahí, tiene dos opciones: o explicarme qué sucede (soy algo cortito, lo sé), o explicarme en qué momento se empezó a impartir hipocresía en las escuelas. Pero bueno, tolero cierto grado de contradicciones, no es para tanto, prosigamos.

"Un hombre no puede ser feminista". Vale, a ver. Primero: ¿queréis dejar de discriminar por género? "¡Pero no es discriminación, no nos estamos metiendo con ellos!". Vale, querido y anónimo gilipollas, deja que te explique: discriminar también significa distinguir exclusivamente, es decir, excluyendo. Pero bueno. ¿Por qué un hombre no puede ser feminista? Pues porque es la mujer la que históricamente ha sido oprimida, así que es lógico que una lucha que es suya sea liderada e integrada por ellas, y se excluya al opresor histórico. Pero... ¿cuándo pasó el feminismo a ser propiedad de las mujeres? Realmente de toda la vida. Sí, el feminismo es un movimiento que defiende la igualdad de género desde la óptica de la mujer. Más que nada porque es un movimiento que se creó para proteger y defender a las mujeres frente a esta discriminación de género. Es decir, se defiende la igualdad de todos, sí, pero para que la mujer llegue al nivel del hombre. Así pues, el que dice "feminismo es lo contrario de machismo", es, a parte de ignorante, un poco bruto. Resumiendo: ¿Puede un hombre ser feminista? Sí. Más que nada, porque si empezamos discriminando en el campo del pensamiento y del razonamiento, ¿qué nos queda? Ah, sí, un mundo de ignorantes, como el que tenemos ahora. Guay.

No, ahora en serio, ¿por qué digo que los hombres pueden ser partícipes de este movimiento? A priori es fácil pensar que los hombres emponzoñarían el feminismo poniéndose delante de las mujeres y quitándoles el protagonismo (somos muy de hacer eso, la verdad). Así que entiendo el temor de dejar entrar a los hombres en la causa. De ahí la diferenciación dialéctica entre "aliados" y "feministas". De verdad que lo entiendo, y es un tema complicado. Pero, ¿qué se gana poniendo barreras? Enemigos, disconformidades y... machismo. Sí, el feminismo y el machismo tratan la misma competencia social (distinción de personas por género y opresión de hombres sobre mujeres), al igual que otras ideologías. Así pues, alguien interesado en este tema transversal, que quiera abordarlo, y se le niegue el seguimiento de una de las ideologías, ¿qué hará? Pues o resignarse a pensar en otras cosas o tirar para adelante cual estampida con el primero que le ofrezca un pensamiento en la misma dirección. El ser humano es así; terco, gilipollas y muy imbécil. Y gilipollas. Si fuéramos máquinas...

De todas maneras, creo correcta la creación de grupos no mixtos. Si creas un grupo, puedes discernir los integrantes como te dé la gana. Pero no consideres toda una lucha y una ideología como un grupo tuyo. No me seas tan asquerosamente ególatra.

"¡Oh dios mío, han hecho un chiste sobre las feministas! Muerteeeeeeaargrhhgrhrgr" En este punto, mi opinión es bastante firme; el humor tiene mucha más prioridad que cualquier corriente ideológica. "Es que utilizan el humor para atacarnos". ¡Wow! Welcome to... ¿S. XII? Crítica, sátira, ironía, sarcasmo... ¿Es malo? Sí y no. Puede crear disconformidades y aumentar las desigualdades o la opresión, pero también ofrece un punto de vista crítico y permite razonar de otras maneras. El problema no es el humor en sí, es la intención del emisor y cómo lo percibe el receptor. Si el emisor emite un mensaje hiriente en clave de humor y el receptor se ofende, le podemos echar la culpa al emisor, al receptor e incluso al mensaje. Pero no al humor (que sería el código). Si no entendéis qué digo, es muy fácil. Al loro con el siguiente ejemplo de razonamiento tan falaz que me hace temblar la calandraca:

"Me han insultado. Han utilizado la lengua española para insultarme. Si prohíbo la lengua española, no podrán insultarme más. ¡A por la lengua!".

Es cierto, eliminando la lengua seguro que casi nadie te insultará, al menos con palabras. Pero eso no elimina que el emisor quiera hacerte daño, a través de insultos, aunque ahora no disponga de medios para hacerlo. ¿Ojos que no ven, corazón que no siente? Lo siento, eso se lo dejo a los ignorantes.

FEMINAZI. Palabra con tanta controversia... Yo soy partidario de no emplear palabras no registradas en el diccionario en argumentos y razonamientos. ¿Por qué? Porque mi interés es que todo el mundo me entienda sin ambigüedades. Si empiezo a utilizar palabras que no están perfectamente definidas para todo el mundo, las malinterpretaciones son un foco para atacar tus ideas (de forma falaz la mayoría de las veces, sí, pero aún así pierdes puntos sociales). El término en sí a mí no me desagrada, pero decir eso es como decir que no me desagrada el término "negrata de mierda". Así pues, cambiemos feminazi por machirulo, que este último sí me afecta. ¿Me molesta? No. Que te moleste una palabra es como que te asuste una hoja de árbol. Pero sí me molesta la alevosía del que pronuncia esa palabra. Distingo entre ironía y realidad, así que sí, puedo discernir las intenciones de quien pronuncie esa palabra. Pero bueno... Y creo que esto enlaza bien con los últimos párrafos: no le eches la culpa al lenguaje. Échasela a quien lo usa en tu contra.

Bueno, y éstas han sido algunas reflexiones sueltas que tengo por la cabeza sobre el FEMINISMO. No es la verdad absoluta, no intento imponer nada. Sólo intento ilustrar lo que se me pasa por la cabeza, y procuro hacerlo de forma clara y concisa. Me gustaría que alguien pudiese aprender de esto. Y mejor aún, que alguien rebatiera todos mis argumentos y pudiese aprender yo algo.

Y por último, mi escudo para evitar problemas: pido disculpas si alguien se ha sentido ofendido, no es mi intención, está todo escrito en clave de humor (aunque se traten temas serios) y la vida ya es suficientemente dura como para gastar las energías en discusiones de este calibre.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

ROGUE LEGACY: La nueva droga

Bueno, hace no mucho (poco más de un par de semanas), me compré un juego llamado Rogue Legacy, un "rogue-like" en scroll lateral muy interesante. En ese juego uno deberá adentrarse en un misterioso castillo, un castillo que se genera aleatoriamente con cada partida. En efecto, es un castillo cambiante, y nuestro trabajo será el de desentrañar los misterios que oculta en su interior. Cada muerte supone una generación, es decir, pasaremos de controlar a nuestro avatar para controlar a su hijo, y así sucesivamente con cada muerte. Extenderemos el linaje hasta límites insospechados, hasta que perdamos la noción del tiempo. Y el tema del linaje no es aleatorio, desde luego; con cada muerte, el juego nos dará a escoger uno entre tres descendientes, y lo más maravilloso de esto es que cada cuál tendrá unas taras genéticas. En efecto, estoy diciendo justo lo que parece: miopía, calvicie, daltonismo, gigantismo, vértigo... son algunas de las características genéticas que podrá presentar cada personaje, hasta un máximo de dos. Y lo más maravilloso de todo, absolutamente TODAS influyen drásticamente en la jugabilidad (o al menos el 99%). Así pues, al sistema de clases clásico en este género le sumamos esta variabilidad genética, que si bien es cierto se puede llegar a hacer repetitivo, siempre presentará un reto para nosotros.

Pero bueno, no estamos aquí para hacer una descripción detallada del juego, estamos aquí para ver qué opino de él (bueno, yo lo contaré, y a quien le interese ya lo leerá). En primer lugar, mentiría si dijera que no me he pegado el viciote de mi vida. Entre matar monstruos, recolectar dinero, subir las estadísticas, conseguir los desbloqueables... Cuando me quise dar cuenta, llevaba ya 30 horas jugadas. 30 putas horas en menos de dos semanas. Es lo más cercano a la heroína que voy a estar. Y lo mejor de todo, aún estoy muy lejos de completar el juego al 100%, así que aún puedo echarle otras 30 horas.

El juego me costó poco más de 10€, y le he echado más horas que algunos que otros juegos de 50€. Y es una pequeña joya que no solo recomiendo a todo aquél con una insana obsesión por recolectar y mejorar estadísticas como yo, si no que se lo recomiendo a cualquiera que le gusten los hack and slash. Y el juego no es muy difícil, plantea un reto en momentos muy determinados, y todo se soluciona grindeando como si fuéramos hijos de puta.

Podría seguir hablando del juego durante mucho más rato, pero me cansa ser redundante, pues el mensaje que ha de quedar al final es QUE TENÉIS QUE COMPRAR ESTE JUEGO PARA ANTES DE AYER. Y ya está.

viernes, 13 de marzo de 2015

Pausa dramática ligeramente excesiva

Bueno, pues sí, supongo que alguien habrá notado mi ausencia. En efecto, he desaparecido un tiempecito más bien largo. ¿Y a qué se debe eso? Pues a una mezcla de inconmensurable trabajo de parte de la universidad y a que se rompió el teclado de mi portátil. En efecto, se rompió el teclado, inutilizando unas cuantas teclas. Teclas al azar, por cierto, no es que se rompiera una región concreta, no: la mitad de teclas iban, la otra mitad no. Así porque sí.

El caso es que ahora tengo un teclado nuevo, el cual he enchufado mediante USB a mi portátil y ahora va como la seda. No solo me permite escribir lo que me salga de los huevos, si no que además también dispongo de la universidad, donde en su biblioteca hay un excelente equipo de ordenadores de última generación listos para ser usados.

En fin, que si no he actualizado este bloc hasta la fecha es básicamente por las razones que he mencionado ahora mismo (si levantas la vista 5 cm lo verás). También ha influido la vagancia y la pereza, pero bueno. Cosas que pasan.

Muerte a los spammers de Whatsapp

Bueno, quizás os aburrís, quizás no, pero si estáis leyendo esto, es porque os interesa lo que voy a decir. Aunque realmente yo no digo nada, sólo lo escribo. Y no estoy "a punto de". Ya está escrito. Si lo estás leyendo, es porque ya está escrito, ¿no?

Bueno, dejando eso de lado, comencemos con el tema en cuestión: me cago en los putos spammers de Whatsapp (entendiendo spammer como un anglicismo cuyo significado es "persona sin vida propia y con don de tocapelotismo con capacidad de enviar más de 15 mensajes por segundo y que hacen que tu móbil vibren más que el puto consolador de Sasha Grey").

Así es, hay gente que parece ser no entiende que tu vida contempla más aspectos que responder los mensajes de Whatsapp. Envían mensajes a cualquier hora, y en cuanto ven que pasas de ellos (porque pasas de ellos) te llenan el móbil de mensajes de mierda para reclamar tu atención. Dan ganas de matar gente, esto es así, pero hay que contenerse. Probablemente, se cansen ellos antes que tú, ¡JA! Te enviarán mensajes y mensajes, cada vez más seguidos, hasta que respondas. No se cansan. Jamás. Nunca.

Y una vez has respondido con algún mensaje corto, dando a entender que NO QUIERES HABLAR, si vuelves a tus labores de ignorar tales borregos volverán a empezar el ritual, sin ningún tipo de problema o inconveniente. En efecto, no sólo exigen que leas los mensajes que te mandan siempre y que les respondas al instante, no; también exigen que te mantengas en su conversación hasta que ellos lo estimen pertinente.

Y no se acaba ahí la cosa, qué va... Cuando eres tú el que quiere hablar con ellos (vete tú a saber con qué oscuro fin alguien querría algo así), no responden al instante, no; prefieren esperar a las siguiente dinastía de emperadores chinos para contestar. Y cuanta más urgencia requiera tu asunto con ellos, más tardarán en contestarte.

Por todas esas cosas, muchas veces me dan ganas de cojer mi teléfono móvil, meterlo en una práctica bolsita de plástico cerrada herméticamente y metérsela por el ano a más de uno. Dios, qué asco de gente, ahora entiendo a Hitler y su manía de exterminar razas.

jueves, 12 de marzo de 2015

Timing en el laboratorio

Bueno, estudio química, hasta ahí todo correcto. En la universidad, claro. Bien, y en esa carrera realizo prácticas de laboratorio. Y es sobre éstos que tengo algo que decir: me cago en el que organiza los putos laboratorios.

Claro, puede parecer muy sencillo, tú llegas al laboratorio, realizas un par de cálculos, te pones con el experimento, luego recojes, limpias, analizas muestras, comparas resultados... Sí, eso es muy bonito, pero no cuando tienes el puto tiempo pegado al culo. En efecto, este mismo año, en las prácticas de laboratorio de la asignatura química analítica he sufrido en mis carnes el estrés puros al que se somete alguien cuando tiene a genuinos tocapelotas por profesores de laboratorio. No sólo no me explicaban qué hacía mal o cómo podría mejorar, si no que encima me recriminaban cada uno de mis errores a grito pelado y delante de todo el mundo. Todo muy lógico, obviamente. Y no todo acaba ahí, no: en ese laboratorio nos dejaban dos días de tiempo por práctica. Realmente no está mal, si vas seguro de ti mismo se pueden hacer en la mitad de tiempo sin muchos quebraderos de cabeza. Pero, obviamente, yo no iba seguro de mí mismo, al contrario, yo iba sin tener ni puta idea de lo que hacer, en ningún momento. Claro, que los profesores hubieran ido supervisando mi trabajo y resolviendo mis dudas poco a poco y de forma amable habría sido el camino amable, y no queremos eso, nosotros queremos el camino de la hijoputez, así que lo mejor es callarse como putas y gritar en cuanto comience a cometer fallos. En fin, muy decepcionado con todo...

El caso es que, después de esta maldita tortura que terminó con mi integridad psíquica, no quería ni imaginarme que clase de horrores me tenían preparado para el laboratorio de la asignatura de análisis instrumental, asignatura que es continuación de la primera de la que he hablado. Pues bien, de forma completamente orgullosa he de decir que no hay ni punto de comparación: de las dos profesoras que me amargaron la existencia en el anterior laboratorio, una repite conmigo en este laboratorio, pero esta vez está sonriente y con ganas de enseñarme cosas. Si tenemos dudas, preguntamos y ya está, nos responden con una sonrisa en la cara. Si algo nos sale mal, lo repetimos, no pasa nada, tenemos tiempo de sobra. Literalmente. Esta vez, estamos realizando cada práctica en un cuarto del tiempo que tienen previsto para cada una de ellas. Obviamente, ahora SÍ que me gusta el laboratorio, pues me siento cómodo y a gusto, aprendo y realizo experimentos de forma relajada y hasta me puedo permitir el lujo de descansar de vez en cuando con mis compañeros. Todo muy idílico, vaya.

En conclusión, realmente el laboratorio me gusta, lo que me toca mucho los huevos son esos profesores prepotentes y que esperan que lo hagas todo bien a la primera y sin soltar una maldita explicación. Pero bueno, así es la vida, mejor irse acostumbrando.

Sin pisar el aula

Bueno, como muchos ya sabréis, estoy en una carrera. Una universitaria, concretamente. Las otras no me gustan. Las de correr, digo. Yo sólo conozco una forma de correr, y no es precisamente de la que se hace en chándal. Pero bueno, resumiendo, que estoy estudiando en la universidad.

Bien, pues, el otro día me puse a reflexionar seriamente: ¿realmente hace falta ir a clase para aprender y aprobar? La respuesta es NO. Realmente no es necesario en absoluto, puedes quedarte tranquilamente en casa mientras tus compañeros se tragan una estúpida clase que durará de una a tres horas. Además, tengo internet, es decir, acceso al conocimiento absoluto desde mi habitación. Todo muy cómodo, desde luego, y ante cualquier duda que me pueda surgir tengo al profesor en su despacho esperándome. Claro, yo pago una matrícula para tener el derecho a asistir a clase, no la obligación...

En fin, cualquiera diría que este razonamiento no es más que una burda excusa para no tener cargo de conciencia por faltar a clase; a ver, razón no les falta, no voy tampoco a mentir ahora. Pero bueno, es una bonita reflexión de la vida, creo yo. Ale, a pastar.