Bueno, como muchos ya sabréis, estoy en una carrera. Una universitaria, concretamente. Las otras no me gustan. Las de correr, digo. Yo sólo conozco una forma de correr, y no es precisamente de la que se hace en chándal. Pero bueno, resumiendo, que estoy estudiando en la universidad.
Bien, pues, el otro día me puse a reflexionar seriamente: ¿realmente hace falta ir a clase para aprender y aprobar? La respuesta es NO. Realmente no es necesario en absoluto, puedes quedarte tranquilamente en casa mientras tus compañeros se tragan una estúpida clase que durará de una a tres horas. Además, tengo internet, es decir, acceso al conocimiento absoluto desde mi habitación. Todo muy cómodo, desde luego, y ante cualquier duda que me pueda surgir tengo al profesor en su despacho esperándome. Claro, yo pago una matrícula para tener el derecho a asistir a clase, no la obligación...
En fin, cualquiera diría que este razonamiento no es más que una burda excusa para no tener cargo de conciencia por faltar a clase; a ver, razón no les falta, no voy tampoco a mentir ahora. Pero bueno, es una bonita reflexión de la vida, creo yo. Ale, a pastar.
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