jueves, 15 de noviembre de 2012

¿Huelga de estudiantes?

Bueno, parece ser que este pasado 14 de noviembre (a casi una semana de mi cumpleaños) se celebró en España una huelga general. Esta huelga general, convocada por los sindicatos, vendrían a significar las protestas de la gente hacia el gobierno, los ricos, el sistema financiero y la cancelación de verano azul, todo en un torbellino de furia, piedras, porras y sangre. Se ha hecho hincapié en lo típico, brutalidad policial, demasiada gente para tan poco policía, grupos radicales violentos, etc. (también un poco lo típico, no me sorprende). Entonces, mientras estaba yo inocentemente viendo el telediario vespertino (sí, el de la noche) me llegó a la cabeza una pregunta, rauda y veloz como Perdigón: ¿de qué sirven las huelgas de estudiantes? Y a partir de aquí es cuando me sumerjo en mi espiral de pensamientos y locuras poco cuerdas (vamos, que estoy como una puta cabra). Y aquí estoy, intentando organizar estas ideas escribiéndolas.

En primera instancia, vamos a definir (con vamos me refiero a voy, plural mayestático, ya sabéis...) el concepto de huelga. Una huelga no es más que el cese de la actividad laboral cotidiana de uno o varios sectores con el fin de realizar algún tipo de protesta o reivindicación. Hasta aquí bien, ya hemos (he, plural mayestático) determinado que soy un puto diccionario andante (porque yo lo valgo). Básicamente todas las huelgas (sí, estoy generalizando, ¿qué pasa?) conllevan una serie de manifestaciones que se desarrollan durante la jornada de la misma. Así pues, la huelga en sí no es prácticamente nada, simplemente un derecho por el que puedes manifestarte si quieres junto a tus compañeros de gremio. Todos estamos de acuerdo que hacer huelga y luego quedarse en casa durmiendo es un gilipollez, algo más estúpido que llevar una estrella de David tatuada en una reunión con Hitler (aunque hay que reconocer que gilipollas siempre han sobrado en España). Es más, aunque hacer huelga es un derecho constitucional, te descuenta una parte proporcional de la nómina; lo único que no puede hacer un empresario con sus empleados cuando hay una huelga convocada es despedirlos por haber faltado ése día (he dicho que no pueden hacerlo, no que no lo hagan). Bueno, después de todo este maldito rollo creo que ha quedado definido el concepto de huelga: faltas al trabajo, te manifiestas y te pegan con la porra. Es casi una tradición muy española (y mediterránea en general).

Pero, ¿y qué pasa con los estudiantes? Esos entes que viven felices, sin preocupaciones más que las de comerse la merienda viendo la tele o intentar marcar muchos goles en el recreo, ¿qué sistema de huelga emplean? La solución racional y lógica es que hubiese un departamento regulador de huelgas en estudiantes, que ofreciese unos espacios en los que los menores puedan manifestarse sin riesgos innecesarios, simplemente para cubrir el expediente (seamos realistas, ni al más cándido de los pedagogos le importa una mierda la opinión que tengan unos mocosos de no más de 15 años, sólo son vehículos que llevan al exterior los mismos ideales que sus padres). Técnicamente los alumnos más pequeños no tienen derecho a huelga, pero se lo saltan a la torera a la que pueden. De hecho es probable que el grueso de los manifestantes del sindicato de estudiantes no supere de media los 14 años, edad bonita, pero no para meterse en semejantes follones. Entonces ya tenemos (bueno, vale, tengo, el puto plural mayestático) un primer problema: los estudiantes que tienen prohibido hacer huelga hacen huelga (esto es España, lo raro es que cumpliesen alguna ley). Siguiente punto, que no tengo todo el día.

El 95% de los estudiantes menores de 16 años y el 75% de los estudiantes menores de 18 son entre estúpidos y gilipollas, con graves síntomas de borreguismo. Estamos en una sociedad donde no te enseñan a aprender, por lo que no aprendes a pensar. Para comenzar, la mayoría de padres no son conscientes de la capacidad de influenciamiento que pueden ejercer sobre sus hijos, que son esponjas de absolutamente TODO. Unos padres racistas suelen tener hijos racistas, unos padres ladrones suelen tener hijos ladrones, y unos padres inteligentes no tienen hijos. En muchos casos, pero, los hijos se rebotan y adoptan la posición contraria a la de sus padres. Pasa bastante, y aunque no se vea tanto, también es un claro determinismo. En definitiva, unos padres inconscientes destruirán la mente de sus hijos construyendo allí las bases de sus razonamientos. No obstante y por suerte hay un pequeño porcentaje de progenitores que realmente saben cómo educar, intentando no influenciar a sus hijos pero ofreciéndoles unos fuertes vínculos de unión. Son esos padres con los que no te da reparo hablar, te gusta discutir con ellos de cualquier cosa y, en definitiva, se estable una convivencia intelectual mutua muy importante pero que sólo se ve con el paso de los años. Así pues, y retomando el tema de nuevo, para una huelga hace falta tener conocimientos y capacidad de decisión para saber si quieres declararte en huelga o no, en qué te afecta, qué otras posibilidades tienes... ¿Pero un niño qué va a saber, si la única decisión que tiene que tomar es que si prefiere la PS3 o la XBOX360? Hay dos posibles soluciones: eliminar la infancia mundialmente y comenzar desde recién nacidos a enseñarles a decirdir y ser totalmente autónomos o abolir el derecho a huelga de los estudiantes (ambas soluciones muy estúpidas, no sé si ve la ironía). Conclusión a la que llegamos (llego, me cago en la puta, PLURAL MAYESTÁTICO): la huelga de estudiantes ya es, en sí, un despropósito.

Vale, bien, que los estudiantes hagan huelga sin hacer caso de los límites que se les imponen, no pasa nada (estamos demasiado acostumbrados a que todo Dios se salte las normas). En el momento en el que un estudiante está haciendo huelga, abandona su puesto de trabajo (su pupitre), de forma que los centros escolares ya no se responsabilizan de nada de lo que le pase (como si lo atropella un conejo radiactivo). ¿Quién se responsabiliza, entonces? Evidentemente no va a ser ni Mel Gibson ni la madre que me parió. Cada cual que se encargue de sus hijos (quien los tenga, claro, el resto que se dedique a la cría de tamagochis). El problema es que vivimos en España (básicamente ese es el problema de casi todo lo que nos pasa) y algunos padres (que no la mayoría) prefieren vivir en su mundo de arco iris y drogas duras antes que vigilar a su retoño, que ni corto ni perezoso se mete en una pedazo de manifestación que ríete tú de Tian'anmen. Está el pobre y desvalido crío rodeado de gente gritando y sacudiendo pancartas con eslóganes cada vez más ingeniosos, hasta que llega la policía y reparte hostia fina al que la pida. Son funcionarios sin derecho a huelga, así que no están como para que les toquen los esféricos; si hay 100000 personas, no van a ir seleccionando a quién pegan y a quién no, más que nada porque no pueden ni ver con las piedras, huevos y/o monedas de 1 cént. (que joden un rato) que les tiran los amables manifestantes (que tampoco son una mayoría las jaurías violentas de alimañas unineuronales). Y si hay un niño en medio de la trayectoria de una porra con su respectivo manifestante, pues mala suerte. Y no hay excusa que valga. Así pues, tercer punto despejado, los policías no están para acompañar a los niños hasta la vera de sus padres en medio de una manifestación.

Hay algunos padres de hijos agredidos en una manifestación que se excusan diciendo: "Yo sólo paseaba por aquí y un policía hijo de Guadalupe a pegado a mi hijito del alma" o "no hay un respeto por parte de los policías, no deberían pegar a nadie", etc. Esos padres son gilipollas, pero no gilipollas normales, no, si no gilipollas a lo grande, de los que necesitas muchos golpes en la cabeza para entenderlos (y si se ofende alguien, pues que se joda). ¿Qué perturbado mental se lleva a sus hijos de paseo a una manifestación extremadamente multitudinaria y en día de huelga general? ¿Qué esperan, que salgan los reyes magos de entre la muchedumbre y les tiren caramelos? En serio, no lo entiendo. Si vas en coche, puedes estrellarte; si vas al polo norte, puedes pasar frío; si vas a Alemania, puede que te hagan trabajar de limpia-mierdas; y si vas a una manifestación, puedes llevarte una hostieja rica. Pero rica rica. Deliciosa. De las que luego se te repiten. En serio, estoy por abrir un grupo en Facebook: "Padres que se escandalizan cuando sus hijos se van de botellón pero luego los llevan a las manifestaciones a pasar la tarde". En definitiva, si algún menor, sea cual sea su edad, es agredido en una manifestación, toda la responsabilidad recae en los padres, y punto, Y si hace falta, se va a juicio a revisar la custodia (siempre y cuando no haya ensañamiento por parte de los antidisturbios).

Resumiendo todo esto un poco, que ya se ha hecho demasiado tarde: las huelgas, como casi todo en esta vida, están hechas para adultos (yo entiendo a un adulto como una persona con capacidad de razonar por sí sola, independientemente de la edad, aunque eso no se ajuste para nada a la definición real). Si un estudiante decide ir, es responsabilidad de sus padres (o del centro si se ha escapado de allí). Así pues, las huelgas de estudiantes sólo tienen un propósito: conducir a los de mente más débil (borregos todos) a engrosar los resultados estadísticos de las manifestaciones. Y si no, mirad los sindicatos, lo que fomentan las huelgas en las escuelas e institutos. Subnormales todos, desde luego. Y, por favor, pensad un poco antes de manifestaros, estructuraos las ideas y visualizad bien el enemigo común, que luego siempre es lo mismo.

PD: Al decir estudiantes me he querido referir en todo momento mayoritariamente a estudiantes menores de edad de primaria y secundaria. Ya sé que los universitarios también son estudiantes, pero cuando escribes algo así a las 2 de la mañana no puede estar en todo.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Queja sobre queja, y sobre queja una

Bueno, estaba yo en casa aburrido y me he dicho: "¡Vamos a reflexionar!", y como yo soy más de reflexionar escribiendo, pues aquí estoy, a la espera de ver con qué me sorprendo esta vez. Y hoy voy a hablar de un tema bonito a su manera, capaz de hacernos reflexionar, de cambiar nuestras vidas, de... bueno, vale, ni es bonito ni ayuda en una puta mierda a nadie, pero por algún lado tengo que poner lo que pienso. ¿Y qué piensas? os preguntaréis; normalmente en sexo, pero esta vez es distinto: esta vez ya me he cansado. ¿De quién? os preguntaréis; de todos en general. ¿Por qué? os preguntaréis; porque me he dado cuenta de los niveles a los que llega la estupidez humana. ¿A qué te refieres? os preguntaréis; ¡Vale ya de preguntitas y escuchadme, coño!

Bien, por todos es sabido que en internet se puede encontrar todo tipo de información y opiniones (están entre el porno y las películas pirata... películas porno, claro). Todo el mundo tiene derecho a dar su opinión, y nada ni nadie debería impedírnoslo (que se lo digan a los chinos, a ver qué tal). Pero llega un punto que la situación es insostenible, y yo no aguanto. Voy a poner un ejemplo sencillo que todos hemos visto alguna vez por la red social de vídeos más grande de la historia, YouTube: la típica discusión entre el doblaje latino y el doblaje español. Bien, años y años que llevamos de convivencia en la red y aún seguimos intentando imponer nuestro criterio. Pero el problema no es ese, el problema es que muchos confunden "imponer" con "tener razón". Todos creemos saber algo de lo que no tenemos ni idea, y claro, queremos dar nuestra opinión. Hasta ahí bien, teniendo en cuenta que veo del todo perdonable que creamos saber algo que no sabemos, ya que eso nos ha pasado a todos (la mitad de las opiniones que yo doy son sobre temas de los que no tengo ni idea). Pero no por creer algo fervientemente debemos hacer caso omiso de los que tratan de contradecirnos; como creemos que lo sabemos, no aceptamos que alguien sepa más que nosotros sobre ese algo, y claro, no nos paramos a pensar la posibilidad de que nos estemos equivocando. Es más fácil dar como cierto lo que decimos, ya que si lo diésemos como falso sería aceptar que nos hemos equivocado, y eso es un sacrilegio para la mayoría. Tampoco digo que el menda que nos contradiga tenga toda la razón, ni mucho menos. Simplemente considero que sería más productivo para todos escuchar todas las opiniones y razonar cuál es la que más se acerca a la verdad.

En muchos caso las discusiones se producen porque hay más de una respuesta válida, o porque nos es imposible averiguar cuál es la verdadera (si es que hay). Creo que hay problemas que se pueden solucionar fácilmente si cerramos el pico, escuchamos, pensamos un poco y luego ya decimos lo que tengamos que decir. Esto es así y punto. Pero no confundamos los conceptos; mi queja es hacia las discusiones vacías y sin fundamentos, las discusiones en sí me parecen provechosas y enriquecedoras para todas. Pero claro, saber discutir es muy difícil, hace falta práctica en varios aspectos, como el saber escuchar, debatir, razonar y rectificar, entre otras cosas. Yo no me considero un mal "discutidor", pero tengo claro que solamente crearé una discusión hacia quien la merezca, y desgraciadamente, veo que ya poca gente reúne las cualidades que busco simplemente para compartir opiniones opuestas sobre algún tema, sea cual sea.

Básicamente esa sería mi reflexión/queja, en la que me he tenido que poner más serio de lo normal. Evidentemente he tenido que generalizar y estereotipar mucho, así que los que se den por aludidos que se apliquen el cuento, y los que no, ya me gustaría a mí verlos en una discusión...

miércoles, 5 de septiembre de 2012

¿Mejor tarde que nunca?

Bueno, como casi cada día, aquí estoy yo; fuera, la más absoluta nocturnidad y alevosía (vale, no, sólo nocturnidad). Dentro, todas las luces apagadas, ni un solo ruido excepto por las teclas del teclado de mi PC. Y pienso yo, ¿está bien eso de estarme hasta las tantas despierto porque sí? No tengo ninguna razón contundente para estar despierto, simplemente que no me gusta dormirme temprano, no sé por qué. Claro, ahora en verano se sobrelleva, ya que si me acuesto a las dos de la mañana al día siguiente puedo permitirme el lujo de despertarme más tarde (hacia las once o las doce de la mañana). Pero, ¿y cuando vuelva a la rutina del instituto? Me temo que no tengo más remedio que comenzar a acostarme más temprano, pero sé que me costará deshacerme de tal tradición. Llevo meses, incluso algún que otro año yéndome a dormir de madrugada, incluso cuando al día siguiente tenía exámenes a primera hora. Claro, el resto del día no tengo tiempo para dormir, así que deambulo por las calles con la cara cansada y el cuerpo agotado (parezco la Duquesa de Alba pero en guapo). Así pues, intentaré dormirme más temprano a partir de ahora. Y lo dejo por escrito, para acordarme de que tengo que estar despierto todo el día y para ello no puedo escatimar en horas de sueño. Bueno, probablemente mi yo del futuro no le haga caso a mi yo del pasado (mi yo del pasado en el futuro, que ahora soy el yo del presente), así que veo tonto escribir todo esto. Pero es tarde, no me apetece pensar mucho y la música que escucho es estridente. Una pequeña reflexión nocturna siempre viene bien. Y ahora, a descansar...

martes, 4 de septiembre de 2012

Vacaciones entre olivos (Flashback veraniego) | Parte 2/2

Bueno, será mejor continuar con la enumeración de calamidades que hicieron mi estancia en la casa de campo de mi tía mucho más agradable (tanta ironía junta no creo que sea buena).

Muchos pensaréis que pasar diez días en el mismo sitio sin poder salir es bastante incómodo. Pero adivinad qué lo hace todo aún más incómodo: exacto, una descarada falta de higiene. No somos cavernícolas, evidentemente, había cepillo de dientes, peines, colonias, desodorantes... lo único que faltaba era una ducha. Sí, como lo escribo, no había ducha; bueno, en realidad sí que había, pero es de las que suele haber en los campings, de color verde feo y con el agua a chorro y fría. Y, como no, en el exterior. Ducharse cada día detrás de la casa en medio de un huerto, en bañador y a la vista de todo el mundo no es agradable. La verdad es que no me enorgullezco, pero tuve que racionalizar mis ratos de higiene y aseo personal y no pude ducharme cada día. Todo esto en pleno agosto, claro, sólo hay que imaginarse la transpiración producida. Los niveles de toxicidad del aire llegaron a límites insospechados, creedme. Así pues, será mejor dar un voto negativo al apartado de la higiene.

Otra cosa que tiene el verano es que alarga los días cosa mala. Las horas se hacen eternas mientras tú entras en un estado vegetativo en el sillón, simplemente observando lo que pasa alrededor. Muy deprimente todo, claro que sí. Normalmente en mi casa tengo muchas cosas con las que entretenerme, empezando con los amigos, una buena conexión a internet, una televisión en mi habitación para mí solo... La lista es larga, lo que supone unos niveles de entretenimiento en verano aceptables, desde que me levanto hasta que me quedo dormido en mi cama. Bien, pues olvidad todo eso, en el sitio del que os hablo (no, no es el cielo, hablo de la parcela de mi tía) no había prácticamente nada de eso. Evidentemente estaba lejos de mis amigos, así que nada más llegar ya descarté la posibilidad de salir de noche a alguna fiesta improvisada como de costumbre. La conexión a internet también desmejoró mucho, demasiado para mi gusto, así que como mucho me entretenía leyendo algunos artículos de la Wikipedia (sí, lo sé, pasé mucho miedo). Por otro lado, la falta de internet dio rienda suelta a mi imaginación, por lo que me enganché de mala manera a juegos como "Portal" o "Los Sims 3", e incluso inicié una novela (la tercera que tengo empezada, me voy superando día a día). Siguiendo con el tema del entretenimiento electrónico, he de decir que tampoco disponía de una televisión para mí solo. La mitad de teles para el doble de gente; absolutamente descorazonador. Suerte que pude refugiarme en mi portátil. En efecto, me pasé cerca de diez horas diarias encerrado delante de mi PC durante los diez días de vacaciones. Evidentemente, todo ello se merece una valoración muy negativa.

Vale, ya he repasado así por encima todos los aspectos que han influenciado en mi estancia en casa de mi tía, y el resultado ha acabado siendo negativo. Eso es malo, pero me consuela saber que ya estoy en casa, dispuesto a comenzar otro "nuevo" curso (no sabría decir qué es peor, desde luego). Al menos he conseguido recuperar mi preciada rutina, que es lo más importante. Y si me disculpáis, creo que necesito estar solo, que recordar estos diez días perdidos en medio del verano deprime a cualquiera.

Vacaciones entre olivos (Flashback veraniego) | Parte 1/2

Durante mi cautiverio no sabía si volvería a ver la luz del sol. Dudaba que pudiese volver a pisar el suelo de mi casa. Temía por mi integridad física y psíquica, notaba que la locura llamaba a la puerta y no podía mantenerla a ralla eternamente... Bueno, vale, quizás lo estoy exagerando un poco, pero es que si no queda muy soso. Pero vamos, si queréis verdad, tendréis verdad (vaya si tendréis verdad, como que me llamo Teodoro McTetis).

Cada año desde que tengo memoria mi familia y yo (ya que yo también pertenezco al grupo que supone "mi familia") vamos a una casa de campo durante una semana a relajarnos, gentileza de la hermana de mi padre (sí, mi tía; ¿hace falta especificarlo todo?), que es la propietaria de toda la parcela (en la que está la casa. Sois unos linces, no se os escapa ninguna, ¿eh?). En fin, que mis vacaciones veraniegas se reducen a visitar la casa de campo de mi tía. No es que me moleste, desde luego. Es más, me gusta ir a pasar parte del verano (esta vez han sido 10 días) a un sitio distinto, lejos de las ataduras que supone la gran ciudad (gran ciudad... si lo raro es que no sea un pueblo). Allí podemos gozar de unas dietas increíblemente sobrehumanas, que sobrecogerían al mismísimo Hulk (sí, es una forma elegante de decir que comemos como cerdos durante 10 días). La verdad es que me gusta comer (es de las pocas cosas que hago varias veces al día), así que no lo pasé tan mal. Entonces tenemos que el aspecto culinario es positivo, mejor pasemos a otros aspectos.

Debo compartir habitación con mi hermana, y mientras ella duerme en una bonita cama de madera mullida y con una almohada envidiablemente grande, yo me tengo que conformar con usar una cama nido (ni idea de cómo se llaman exactamente este tipo de camas, yo siempre las he llamado así). En efecto, cada noche debo sacar mi cama de debajo de la cama de mi hermana, empujarla hasta una esquina (y pesa bastante más que un muerto) y hacer malabarismos para llegar hasta el pijama, que indudablemente estará arrinconado en esa misma esquina donde he puesto la cama (leyes de Murphy, ya sabéis...). Por la mañana el paso invertido (que no gay), hacer la cama, quitarla de su esquina y meterla debajo de la otra cama. Todo ello desde el suelo, claro; ya os gustaría verme haciendo la cama de rodillas... (un estilo un poco de porno-chacha, me parece a mí). Así que el asunto del alojamiento recibe un punto negativo.

De la compañía no me puedo quejar, desde luego; en lo que viene siendo una parcela de no creo que más de 500 metros cuadrados convivimos 7 personas durante diez días, repartidos en 3 habitaciones (más de una vez me he preguntado si mi tía no sería una campeona nacional de tetris, o algo por el estilo...). A parte, claro, las visitas que puedan ir viniendo, que vienen a comer y se aferran a la sobremesa hasta que, cordialmente, los invitamos a cenar. Los invitados hacen ver que tienen prisa, los anfitriones insisten en que ya está hecha la cena y ¡PUM!, ya tenemos invitados hasta las 2 de la mañana (y como una persona educada que soy, no puedo levantarme de la mesa si hay invitados). También merece mención todo el personal que compone el vecindario, que, como no, no son más que un par de viejos con parcelas viejas y la típica familia ricachona con piscina y garaje triple. Nadie de mi edad, no sea que me relacione demasiado más allá de los muros. Y si con este panorama no he llegado a la locura es porque a mi padre se le ocurrió la idea de traer un router inalámbrico para poder conectarnos a internet. Una conexión lenta y que había que compartir, pero al menos pude hablar con gente normal, aunque viviesen en Alaska. Así pues, doy a la compañía un punto negativo y a la conexión a internet dos puntos positivos. De momento el balance es positivo, pero aún falta mucho por analizar de mis 10 días de "vacaciones" en la montaña.

Flashback veraniego

Bueno, no sé si alguien se ha dado cuenta, pero he desaparecido durante un tiempo más bien largo. Tirando para los dos meses, si no me equivoco. El motivo no es otro que la pereza y la falta de tiempo, así de claro lo digo, no he pasado un verano de los de estar en casa sin hacer nada (bueno, prácticamente sí, pero no me apetecía escribir mucho). En efecto, de vez en cuando me apetece escribir, pero se me pasa pronto. Pero he vuelto, y con ganas de marcha, así que probablemente estaré escribiendo como un endemoniado hasta que vuelvan a empezar las clases y me preocupe de otras cosas. Así que, a día 4 de agosto martes que estamos declaro esta semana semana del recuerdo veraniego (nunca había parido una gilipollez tan grande, estoy orgulloso de mí mismo). Para los que no me sigan (que serán mayoría, me imagino; seguir a un demente es costoso), me dedicaré esta semana a hacer flashbacks a saco, tipo "Padre de familia" pero mejor, todo con tal de que veáis que realmente me ha cundido el verano. Y para reflexionar sobre lo que me ha ocurrido, que con la distancia se ve todo mucho mejor (si no fuera por la distancia nadie sabría que cara tiene Falete). Así que nada, vamos a ello.

Otro verano más...

Bueno, parece ser que ya se va el calor, las medusas van desapareciendo de la playa y los días se van acortando más. ¿Cambio climático? Quizás, pero está claro que lo que pasa es que se acaba el verano, con todo lo que ello conlleva. Sin ir más lejos, yo comienzo otro divertido y apasionante curso de instituto, que por si no era ya bastante apasionante y dinámico, resulta que es exactamente el mismo que el del año pasado (por la cuestión de que repito curso y todo eso). Para los que no hayan captado la ironía: detesto comenzar un nuevo curso y más aún si ni siquiera aprenderé cosas nuevas. Es como perder el tiempo, pero recordando día tras día que estaba en mi mano que algo así no sucediera. Nunca he repetido curso, y tampoco me parece una barbaridad repetir 2º de bachillerato, más si es el científico, endemoniado como él solo. Así pues, llevo desde el último curso arrastrando una extraña sensación de culpa y bochorno, reforzada gracias a la idea de que he sido el único de mi clase que ha repetido. Sí, 20 alumnos embutidos en un aula para que se vayan todos menos uno a la universidad. Lo único que me reconforta es pensar que ahora me reencontraré con todos aquellos que repitieron 1º de bachillerato y fueron mis compañeros de pupitre. A ver si alguno se acuerda de mí...

sábado, 9 de junio de 2012

Justin Bieber experience

Bueno, vamos a ver, la música juega hoy en día un papel muy importante en nuestras vidas; de hecho, más de uno seguramente no podría vivir sin música (a ver si nos entendemos, sí que podría vivir, pero sería un amargado mojigato el resto de sus días). Cada día hay una revolución musical distinta, pero yo me quiero centrar en un aspecto que siempre ha estado y seguirá estando ahí; en efecto, me refiero a los conflictos musicales, o lo que es lo mismo, la guerra campal que hay entre fans de distintos géneros musicales. Ante todo he de decir una cosa sobre la música, para que no me tachéis de... (a saber qué insulto se os ocurriría): yo no la considero ni un sentimiento, ni una emoción, ni una forma de vida... (aunque respeto a los que la vean de esta forma). Simplemente considero que es una estimulación del nervio auditivo con tal de evocar ciertas sensaciones en la mente, es decir, a través de la organización de los sonidos producir pensamientos en la gente. Puede parecer una chorrada, pero es que es así (al menos para mí). Bueno, y ahora vamos al meollo.

Últimamente se habla mucho de lo que vendría siendo Justin Bieber (¿quién no lo conoce a estas alturas?), ese muchacho que canta, que se dice que es gay y se le llama gilipollas. A esto último no tengo objeciones, lo poco que conozco de él me sirve para verlo como un idiota integral (integral, de los que te cagas en ellos). Y lo de gay, no me sorprendería. Pero dejadme hablar, que me desconcentráis, coño ya; este tal Justin tiene un séquito... ¿qué digo séquito? ¡Ejército! Un ejército de adolescentes de todo tipo, normalmente niñas histéricas con apariencia de imbécil (no digo que lo sean, sólo que lo parecen). Bien, entiendo que Justin Bieber sea todo un icono, pero seguirle en masa como si no hubiera mañana raya el borreguismo. Me hace mucha gracia ver retweets (algún día hablaré de Twitter, me lo apunto aquí mismo) de gente de 15 años criticando la posición de la gente hacia nuestro gobierno (sí, también tengo que hacer muchas discusiones políticas cuánto antes), promoviendo movimientos revolucionarios y exigiendo un cambio en la mentalidad de la sociedad, pero cuando hay concierto de Justin Bieber, toca aparcar esos ideales (que de esta forma se demuestra que están vacíos en un 90% de los casos) y perseguir ese "sueño" o dar la vida a cambio. No me parece mal que quieran seguir a su artista predilecto, lo que me resulta extremadamente molesto es que tengan que vaciarse el cerebro para adorarle plenamente. ¿Qué costará analizar lo que nos gusta de lo que sea desde un punto de vista más racional y, una vez tengamos claras nuestras preferencias, dejarnos llevar de forma moderada por emociones y sentimientos? No, es mucho más fácil entregarse en cuerpo y alma con tal de seguir ésta moda. En fin, qué le vamos a hacer, hasta aquí el resumen de mi opinión hacia el movimiento fan de Justin Bieber. Pero ahora toca lo bueno de verdad...

Reconozco que al principio de todo, hará ya unos dos o tres años, me reía con los "ingeniosos" comentarios que circulaban por la red mofándose de Justin Bieber (entonces me parecía correcto meterse con una celebridad; total, ni se enteran). Pero cuando ya han pasado unos años y las bromas siguen siendo las mismas, te das cuenta de lo que pasa: lo que en principio era la idea de uno o dos para reírse porque sí de un nuevo famoso, se ha acabado convirtiendo en motivos contundentes de mofa y escarnio para sangrar al pobre Bieber. No digo ni que se merezca esos comentarios o se los deje de merecer, pero me resulta bastante vergonzoso ver como cada día, de forma sistemática, miles de personas de todo el mundo lo critican a él y a sus fans. ¿Pero qué motivos tiene la gente para hacer algo así? Estoy seguro que si pudiese preguntárselo uno a uno, habría mayoritariamente dos respuestas: "No lo sé" y "lo hago por moda". En efecto, básicamente los mismos motivos borreguiles por los que los fans siguen a esa estrella, pero con un agravante: los que hacen esos comentarios ofensivos no tienen en cuenta que están faltando al respeto al mismo tiempo que se rebajan de nivel rápidamente. Así que, podemos concluir de forma contundente que, por activa o por pasiva, las grandes estrellas se ven envueltas de unos cuerpos descerebrados que no tienen más que envidia y ansias por llamar un poco la atención.

Bueno, ya he dicho lo que tenía que decir. ¿Por qué he dicho todo esto? No se me ocurría nada mejor y me apetecía hacer un llamamiento a la cordura (llamamiento que como mucho sólo escucharán los que ya están cuerdos, así que no sé exactamente de qué sirve). Aún así, he hablado de Justin Bieber porque está de moda, pero estos casos son perfectamente aplicables a cualquier otro famoso que revolucione las masas de igual manera. Y nada más que añadir, si te gusta Justin Bieber, por favor, no salgas a la calle gritándolo y llorando por no poder verlo jamás, que no está el horno para bollos.

viernes, 8 de junio de 2012

Liberté, egalité, sélectivité

Bueno, por fin se acaba este horroroso 2º de bachillerato, pero para desgracia de muchos empieza selectividad. Sé que muchos incluso ya han terminado, pero en Cataluña no es hasta este martes que comienzan los exámenes. Quizás penséis que estoy nervioso, pero nada más lejos de la realidad; apenas pienso en ello. Es posible que influya el hecho de que yo no voy a ir en junio, pero no son más que meros detalles. Dado mi nivel de asignaturas suspendidas, primero tengo que tragarme una cantidad importante de recuperaciones y luego ya (si apruebo el curso) presentarme a la convocatoria de septiembre. Queda lejos y tengo todo el verano para estudiar, así que no estoy especialmente nervioso (ni orgulloso). En fin, no tengo nada más que añadir, salvo dar unas palabras de ánimo y apoyo a todos aquellos que han hecho o harán los exámenes de selectividad, y debo recordar a los organizadores que poner cuatro exámenes distintos seguidos el mismo día es de ser un completo hijo de puta. Ale, disfrutad examinándoos.

miércoles, 6 de junio de 2012

El asesino de pelo ataca de nuevo

Bueno, hoy no tenía nada mejor que hacer por la tarde, así que decidí que era la perfecta ocasión para que mi padre me obligase a ir con él. Primeramente, una visita a la peluquería, regentada por un matrimonio cuyo integrante masculino (sí, el marido, ¿quién si no?) es un ayudante en el trabajo de mi padre (que es autónomo con una empresa en propiedad y necesita la ayuda de otras empresas). Una vez cortado el pelo, engominado y peinado como un cani barriobajero (cosa que yo no había pedido, está claro) tuve que salir a buscar a mi padre, perdido en un bar cercano con su amigo y marido de mi peluquera (ninguno de los dos es un borracho, pero les gusta bastante la cerveza. Si llego a tardar más, los veo bailando "Paquito el Chocolatero"). Bien, hasta aquí, como anécdota, es una mierda, así que lo complementaré con un mensaje mundial a los/las peluqueros/as:

Señores que se encargan de sesgar cabello ajeno, ¿me podría decir por qué coño no se pueden adecuar a las peticiones exactas de sus clientes? Vale que quizás hay alguno que más que moderno lo que tiene es una buena hostia; a esos hay que masacrarles a la hora de la peluquería. No obstante, ¿por qué yo, que soy un apacible muchacho sin complicaciones estéticas, tengo que repetir varias veces mis peticiones para que al final me peines como quieras? Yo dije: "Como lo tengo ahora, más corto y peinado pa' lante". Quizás me quedé corto en cuanto al uso de términos técnicos de peluquería y acicalaje, pero hasta mi perro entendería mis peticiones. La longitud está bien, no especifiqué nada y tú me lo dejaste más corto, cosa que se ceñía a mis peticiones (dejármelo más largo habría sido una proeza digna de admirar, pero se escaparía a nuestro contrato verbal). Ahora bien, en cuanto me preguntaste "Te lo peino pa'lante, ¿no?" y yo te dije que sí, no sé qué te impulsó a creer que me refería a arriba cuando comenzaste a echarme gomina. Está bien que desates tu creatividad, pero para eso ya tienes maniquíes con peluca. En fin, no voy a cambiar de peluquero porque sé que siempre es lo mismo, pero los peluqueros tendrías que comenzar a hacer caso a este tipo de críticas, hombre ya.

martes, 5 de junio de 2012

En la cama y bien caliente

Bueno, llevo otro tiempecillo sin escribir nada, y eso honra mi fama de "cabrón vago pasota", pero esta vez tengo una excusa perfecta: un justificante médico. Sí señor, estoy enfermo, con fiebres de hasta 40ºC y unos dolores que hacen que me acuerde del gilipollas que inventó el dolor de garganta. No me acuerdo ahora del nombre de la enfermedad, pero es una inflamación de no sé qué parte de la garganta, con bacterias malvadas incluidas. Claro, no puedo comer, no puedo beber (salvo zumo, que ya me he zampado dos bricks en tres días), no puedo hablar (y eso afecta negativamente a algo de lo que hablaré próximamente y que no tiene que ver con este blog pero sí conmigo, por consiguiente repercute en este blog) y, muy importante, tengo una fiebre hija de su madre. Cuando me sube la fiebre, me entra sueño, frío y se me cierra el estómago, cuál oso polar. Por contra, cuando ésta me baja, comienzo a sudar como un desgraciado, se me va el sueño y tengo más hambre que un Falete musulmán en Ramadán (o como diantres se escriba). El no tener sueño es hasta algo bueno, y el hambre... bueno, ¿cuándo no tengo yo hambre? Pero no puedo con el sudor. Un poco es aguantable, pero cuando la ropa está mojada (literalmente), el flequillo gotea y no puedes descalzarte por temor a radiaciones peligrosas, llegas a pensar en el suicidio.

A parte de eso yo estoy divinamente, viendo la tele hasta más no poder y siendo feliz recordando mis días en cama de la infancia. No he entrado aquí hasta hoy porque no me apetecía (cosas de la enfermedad, tenedlo presente, la enfermedad...) pero ya he explicado lo que me pasa y podéis dejar de sufrir (si es que sufrís (si es que hay alguien)). Las medicinas estarán asquerosas, pero curan lo suyo. Y teniendo en cuenta como están las cosas, no me han salido especialmente caras; a propósito, ¿a alguien le sobra un riñón?

domingo, 27 de mayo de 2012

¿De dónde salen los amigos?

Bueno, vale, variemos un poco de tema, que los exámenes van a monopolizar este blog. Hoy, que he tenido tiempo libre para aburrir (de hecho me he aburrido bastante) he estado reflexionando sobre algo importante en mi vida (y en la de mucha gente, supongo...): las amistades. Sí, más concretamente de cómo se hacen los amigos; ¿receta de cocina? ¿máquina milagrosa? ¿poción mágica? ¡Pues no! (Era evidente que no, no sé ni por qué lo digo). Diría la respuesta, pero es que no tengo ni idea. Yo siempre he tenido un carácter solitario, de hecho me sigue gustando estar solo (estoy haciendo un blog sobre mi vida, ¿no es ése el súmum de la soledad?), pero aún así he conseguido estrechar lazos con el resto de la gente. Le caigo bien a todo el mundo, qué le voy a hacer...

Pero no es ese el principal motivo de mi creciente lista de contactos por facebook, de hecho voy por la calle o por los pasillos del instituto con la cabeza agachada, y las pocas veces que la levanto para mirar al frente no dedico ni una sola sonrisa, más que nada porque verme sonreír es como ver a Carmen de Mairena en tanga, algo horrible (si te parece sexy, estás jodidamente enfermo). Como mucho un ligerísimo movimiento afirmativo de cabeza para saludar a algún conocido, y por lo que veo la gente suele captar mi mensaje, así que me doy por satisfecho. Aún así, hay quien se acerca a mí para entablar una conversación, que no me parece mal, pero soy bastante malo hablando con gente con la que tengo poca confianza, es decir, todos menos cuatro gatos. Aún así no creáis que lanzo miradas de odio a quien se me acerque, intento sonreír, hacer caso, afirmar y responder sólo cuando sea necesario (os recomiendo seguir estas pautas si sois tan tímidos como yo. Y si sois violadores en busca de presas quinceañeras, también os servirán). Aunque está claro que así no se hacen muchos amigos, no vamos a ir cogidos de la mano a todo aquél que nos dirija la palabra, sería absurdo aunque gracioso, al menos yo me partiría el culo.

Bueno, como iba diciendo, hacer amigos cuesta, pero no en mi caso. He de decir que básicamente he pertenecido a dos grupos de amistades durante mi corta pero intensa (¡Que te crees tú eso, flipado!) vida; primero congenié con un compañero de clase, allá por 3º-4º de primaria. Resultó que era un experto relaciones públicas y lo conocía medio barrio (sería como ahora un "mafias" pero en bueno). Claro, se fusionaron nuestros círculos de amistades: si él tenía unas 20 personas con quien frecuentaba para salir a dar una vuelta, juntos hacíamos un total de 20 personas con quien frecuentar para salir a dar una vuelta. Aunque no sé cómo, nos fuimos distanciando poco a poco y al final, de ese numeroso grupo sólo veo diariamente a uno, ya que coincidimos en clase. Casualmente ése con quien comparto conocimientos en el mismo aula es el mismo con el que congenié años atrás, en la primaria. Ambos hemos cambiado de ambientes y de amistades, pero de vez en cuando merece la pena mirar atrás los dos y ver el camino que hemos hecho, tanto juntos como separados...

En fin, parece ser que me he enrollado demasiado y ha acabado saliendo un tema más bien moñas, algo sentimental, pero bueno, no os creáis que es fácil escribir cosas con sentido a las 4 de la mañana. Ya si eso en otro momento que me apetezca explicaré la segunda parte de esta historia, que promete más bien poco, pero para algo he abierto yo un blog, para hablar de lo que me salga del arco de triunfo. Así que nada, aunque no sepáis de dónde han salido vuestras amistades, conservadlas, que nunca se sabe si se regeneran.

viernes, 25 de mayo de 2012

Arrivederci, preocupaciones

Bueno, parece ser que se cierra por fin este capítulo porculero que son los exámenes y las recuperaciones. Hoy mismo he salido del último examen de la semana y del mes, con la misma chuleta con la que había entrado (nada importante, sólo un tatuaje de fórmulas que me cubre la palma entera). Se podría decir que el estrés ha estado allí, cada día, incluso cuando el jueves me quedé hasta las 3 y pico de la mañana acabando un trabajo de un maldito libro de lectura en catalán que dan ganas de quemarlo por San Juan. Imaginaos el estar con los ojos medio cerrados leyendo resúmenes del libro (no, no me lo he leído, me van las emociones fuertes) para contestar las distintas preguntas que se planteaban de forma que pareciese que sabía de lo que hablaba, realmente un arte que llevo practicando en exámenes de filosofía e historia desde que tengo uso de razón (a partir de la segunda evaluación de este curso, aproximadamente). Pero bueno, al fin puedo comenzar a aligerar peso en mi mente e ir olvidando ciertas asignaturas que ya tengo aprobadas (como por ejemplo filosofía o biología), al menos hasta selectividad, que por mi cara bonita la haré en septiembre. Ahora preveo una larga temporada de cerca de tres semanas muchísimo más relajado, yendo a clase sólo a repasar, con el calorcito veraniego y la mayoría de tardes libres para hacer un poco lo que me apetezca. ¡Soy libre!

domingo, 20 de mayo de 2012

¿Un descansito? ¡JA!

Bueno, a ver, ya he dicho en anteriores ocasiones que los exámenes de la última evaluación de 2º de bachillerato están más que finiquitados, machacados, destruidos y olvidados, por lo que yo creía que, después de un mes intenso de "estudio" diario, me merecía un descanso para dormir, descansar, volver a echar siestas de 5 horas... ¡Pero no! El primer fin de semana de descanso que tenía (el único antes de los exámenes de recuperación) va y me llaman para ir a un cumpleaños. No me quejo, evidentemente, después de un mes sin apenas ver a mis amigos está bien volver a las andadas, y qué mejor forma que con una fiesta; pero claro, 6 horas de fiesta discotequera de madrugada acaban cansando. Me acabé yendo a dormir a las 5 de la mañana, me he levantado a la 1 del mediodía y sin resaca, pero aún así sigo agotado. Será que no estaba acostumbrado a este modus vivendi, pero bueno, me da igual, ya he liberado tensiones y ahora me siento mejor. Sólo espero que mañana, lunes, no me machaquen mucho, ya que aunque no tenga más clases, a la profesora de química le pareció buena idea hacer 3 horas seguidas de su asignatura. ¡Profe, yo también te quiero!

viernes, 18 de mayo de 2012

Hasta luego, monstruos de tinta

Bueno, ya me presenté tiempo ha, y desde entonces aquí no se ha publicado nada. ¿Cuál ha sido el motivo? Teniendo en cuenta que soy un estudiante de 2º de bachillerato que en breve pasará a la universidad, pues me parece a mí que los exámenes finales son una razón de pes, ¿no? En efecto, ha sido un curso muy intenso y duro; "Joder, qué quejica eres, hijo mío" será lo que piense más de uno. Bueno, puede ser, pero está claro que no me quejo por nada y este años ha sido bastante difícil para mí. Siguiendo la ley del mínimo esfuerzo, decidí estar en huelga de forma perenne, así que mis esfuerzos se limitaron a escuchar en clase y asentir (ojo, y sólo a veces). Así que ya os podéis imaginar el espectáculo a la hora de hacer los exámenes, podrían haberme dado el título al que más bolígrafos rojos ha gastado indirectamente. Un suspenso tras otro, he dejado pasar el curso como si nada, y ahora me ha tocado pagar no sólo el pato, si no el banquete entero, con champán y langostinos incluidos.

Por suerte, mis padres, que son muy observadores, se dieron cuenta que algo no iba bien cuando les traje alrededor de unas 12 evaluaciones suspendidas en los 6 meses que llevaba de curso. Claro, teniendo en cuenta que este año he tenido clases durante unos 8 meses, eso me deja muy poco tiempo para rectificar. Por suerte, mis padres, en su magnánima lucidez e inteligencia pensaron que lo mejor era pasar a la acción: cortar por lo sano internet. Sí, lo sé, es de locos preocuparse por eso teniendo miles de cosas que hacer en un día soleado. Pero hay que tener en cuenta que yo, previamente, ya había cancelado todos mis planes entre semana hasta fin de curso con tal de aprovechar bien el tiempo de estudio. Resultado: sin amigos con los que quedar para dar una vuelta, con la consiguiente falta de dinero que ello supone (Si yo no salgo, mis padres no me dan dinero. Es una filosofía digna de unos tiempos de crisis como los actuales.) y sin esa ventanita por la que tanto me gusta asomarme para hacer cualquier tontería; ya había establecido amistades de todas partes vía internet, así que esta pérdida del medio de comunicación me afectó bastante, llegando en algunos puntos a rozar la locura. Para evitar trastadas de cualquier tipo y asegurarse la falta de internet total, mi padre decidió tomar la medida más utilizada por todos: coger el router y esconderlo. Al principio tenía su gracia, pero acabar media hora antes de media noche escudriñando cualquier señal desprotegida del vecino no era para nada divertido.

¿Pero a qué viene todo esto? Bueno, he de decir que está tanda de exámenes para los que me había preparado tanto no me ha salido tan mal como las anteriores, puede que incluso logre rectificar a tiempo. Sí, he vivido bien 6 meses, pero eso no compensa este mes de castigos y sacrificios, en el que me he comprometido darlo todo con tal de que éste sea el año en el que vaya a la facultad por primera vez.

martes, 1 de mayo de 2012

Auto-presentación

Holas a todos, ¿qué tal? Yo bien, ¿todos bien? Bueno, en ausencia de una respuesta, suelto el rollo de presentación reglamentario (lo pone en la constitución: "Cada vez que inicies un blog, suelta el rollo de presentación"). Empecemos por mí: Me llamo Jordi (Jorge para los puritanos de Intereconomía), resido y, de momento, vivo en Cataluña (Catalunya para los puritanos independentistas), más concretamente en un barrio dejado de la mano de Dios cuyo nombre no pienso decir (tampoco le importa a nadie, pero bueno). Actualmente tengo 17 añitos; lo sé, estoy hecho todo un hombre. Preguntadme, que soy un experto en la vida. Ahora en serio, estudio 2º de bachillerato científico (el que es duro de verdad, el de los machotes, y no el tecnológico...), aunque el curso está a punto de acabar. Sí, soy tan listo de empezar un blog justo antes de selectividad. ¡Me van los desafíos! Bueno, dejemos de hablar de mí: hablemos de este blog. Y para ello, mejor otro párrafo, porque ahora soltaré el rollo de verdad.

Primero de todo, he de decir que no soy un blogger novato. He hecho otros blogs, sé cómo funciona esto y me he acostumbrado a la escasez de visitas, pero me da igual. Esta vez voy en serio: un blog de los de toda la vida. Sí, en efecto, menos chorradas y más explicar mi vida personal, a lo programa rosa del corazón. Y no sólo eso, ya que pienso dar mi humilde opinión desde mi humilde punto de vista de las cosas en general que tiene la vida. Un poco decir lo que me da la gana, tampoco más. Será todo bastante dinámico, ya que explicar algo con tus propias palabras siempre es más fácil y entretenido. Dejaré de lado los tecnicismos, eufemismos y, en definitiva, lo políticamente correcto. Y a quien no le guste, pues que me critique: siempre me han gustado las críticas destructivas, soy un poco masoca. Hecha ya mi declaración de intenciones, inauguro oficialmente este sitio, que no es más uno de tantos.