viernes, 18 de mayo de 2012

Hasta luego, monstruos de tinta

Bueno, ya me presenté tiempo ha, y desde entonces aquí no se ha publicado nada. ¿Cuál ha sido el motivo? Teniendo en cuenta que soy un estudiante de 2º de bachillerato que en breve pasará a la universidad, pues me parece a mí que los exámenes finales son una razón de pes, ¿no? En efecto, ha sido un curso muy intenso y duro; "Joder, qué quejica eres, hijo mío" será lo que piense más de uno. Bueno, puede ser, pero está claro que no me quejo por nada y este años ha sido bastante difícil para mí. Siguiendo la ley del mínimo esfuerzo, decidí estar en huelga de forma perenne, así que mis esfuerzos se limitaron a escuchar en clase y asentir (ojo, y sólo a veces). Así que ya os podéis imaginar el espectáculo a la hora de hacer los exámenes, podrían haberme dado el título al que más bolígrafos rojos ha gastado indirectamente. Un suspenso tras otro, he dejado pasar el curso como si nada, y ahora me ha tocado pagar no sólo el pato, si no el banquete entero, con champán y langostinos incluidos.

Por suerte, mis padres, que son muy observadores, se dieron cuenta que algo no iba bien cuando les traje alrededor de unas 12 evaluaciones suspendidas en los 6 meses que llevaba de curso. Claro, teniendo en cuenta que este año he tenido clases durante unos 8 meses, eso me deja muy poco tiempo para rectificar. Por suerte, mis padres, en su magnánima lucidez e inteligencia pensaron que lo mejor era pasar a la acción: cortar por lo sano internet. Sí, lo sé, es de locos preocuparse por eso teniendo miles de cosas que hacer en un día soleado. Pero hay que tener en cuenta que yo, previamente, ya había cancelado todos mis planes entre semana hasta fin de curso con tal de aprovechar bien el tiempo de estudio. Resultado: sin amigos con los que quedar para dar una vuelta, con la consiguiente falta de dinero que ello supone (Si yo no salgo, mis padres no me dan dinero. Es una filosofía digna de unos tiempos de crisis como los actuales.) y sin esa ventanita por la que tanto me gusta asomarme para hacer cualquier tontería; ya había establecido amistades de todas partes vía internet, así que esta pérdida del medio de comunicación me afectó bastante, llegando en algunos puntos a rozar la locura. Para evitar trastadas de cualquier tipo y asegurarse la falta de internet total, mi padre decidió tomar la medida más utilizada por todos: coger el router y esconderlo. Al principio tenía su gracia, pero acabar media hora antes de media noche escudriñando cualquier señal desprotegida del vecino no era para nada divertido.

¿Pero a qué viene todo esto? Bueno, he de decir que está tanda de exámenes para los que me había preparado tanto no me ha salido tan mal como las anteriores, puede que incluso logre rectificar a tiempo. Sí, he vivido bien 6 meses, pero eso no compensa este mes de castigos y sacrificios, en el que me he comprometido darlo todo con tal de que éste sea el año en el que vaya a la facultad por primera vez.

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