domingo, 27 de mayo de 2012

¿De dónde salen los amigos?

Bueno, vale, variemos un poco de tema, que los exámenes van a monopolizar este blog. Hoy, que he tenido tiempo libre para aburrir (de hecho me he aburrido bastante) he estado reflexionando sobre algo importante en mi vida (y en la de mucha gente, supongo...): las amistades. Sí, más concretamente de cómo se hacen los amigos; ¿receta de cocina? ¿máquina milagrosa? ¿poción mágica? ¡Pues no! (Era evidente que no, no sé ni por qué lo digo). Diría la respuesta, pero es que no tengo ni idea. Yo siempre he tenido un carácter solitario, de hecho me sigue gustando estar solo (estoy haciendo un blog sobre mi vida, ¿no es ése el súmum de la soledad?), pero aún así he conseguido estrechar lazos con el resto de la gente. Le caigo bien a todo el mundo, qué le voy a hacer...

Pero no es ese el principal motivo de mi creciente lista de contactos por facebook, de hecho voy por la calle o por los pasillos del instituto con la cabeza agachada, y las pocas veces que la levanto para mirar al frente no dedico ni una sola sonrisa, más que nada porque verme sonreír es como ver a Carmen de Mairena en tanga, algo horrible (si te parece sexy, estás jodidamente enfermo). Como mucho un ligerísimo movimiento afirmativo de cabeza para saludar a algún conocido, y por lo que veo la gente suele captar mi mensaje, así que me doy por satisfecho. Aún así, hay quien se acerca a mí para entablar una conversación, que no me parece mal, pero soy bastante malo hablando con gente con la que tengo poca confianza, es decir, todos menos cuatro gatos. Aún así no creáis que lanzo miradas de odio a quien se me acerque, intento sonreír, hacer caso, afirmar y responder sólo cuando sea necesario (os recomiendo seguir estas pautas si sois tan tímidos como yo. Y si sois violadores en busca de presas quinceañeras, también os servirán). Aunque está claro que así no se hacen muchos amigos, no vamos a ir cogidos de la mano a todo aquél que nos dirija la palabra, sería absurdo aunque gracioso, al menos yo me partiría el culo.

Bueno, como iba diciendo, hacer amigos cuesta, pero no en mi caso. He de decir que básicamente he pertenecido a dos grupos de amistades durante mi corta pero intensa (¡Que te crees tú eso, flipado!) vida; primero congenié con un compañero de clase, allá por 3º-4º de primaria. Resultó que era un experto relaciones públicas y lo conocía medio barrio (sería como ahora un "mafias" pero en bueno). Claro, se fusionaron nuestros círculos de amistades: si él tenía unas 20 personas con quien frecuentaba para salir a dar una vuelta, juntos hacíamos un total de 20 personas con quien frecuentar para salir a dar una vuelta. Aunque no sé cómo, nos fuimos distanciando poco a poco y al final, de ese numeroso grupo sólo veo diariamente a uno, ya que coincidimos en clase. Casualmente ése con quien comparto conocimientos en el mismo aula es el mismo con el que congenié años atrás, en la primaria. Ambos hemos cambiado de ambientes y de amistades, pero de vez en cuando merece la pena mirar atrás los dos y ver el camino que hemos hecho, tanto juntos como separados...

En fin, parece ser que me he enrollado demasiado y ha acabado saliendo un tema más bien moñas, algo sentimental, pero bueno, no os creáis que es fácil escribir cosas con sentido a las 4 de la mañana. Ya si eso en otro momento que me apetezca explicaré la segunda parte de esta historia, que promete más bien poco, pero para algo he abierto yo un blog, para hablar de lo que me salga del arco de triunfo. Así que nada, aunque no sepáis de dónde han salido vuestras amistades, conservadlas, que nunca se sabe si se regeneran.

No hay comentarios:

Publicar un comentario